El dátil de Elche, fruto del emblemático Palmeral de Elche, tiene una historia milenaria y un futuro que consolida su valor agrícola, cultural y económico. Esta joya del Camp d’Elx combina tradición, biodiversidad y calidad, lo que ha impulsado su reconocimiento como Marca de Calidad Valenciana, extendida también a zonas como Crevillent y Santa Pola. El impulso de su Denominación de Origen persigue un mayor prestigio, sostenibilidad y protección del fruto ilicitano.
1. Un cultivo con más de 2.500 años de historia
El cultivo del dátil en la península tiene raíces profundas: se sabe que ya existía en la época fenicia y prerromana, confirmadas por hallazgos arqueológicos de semillas en contextos de 2.500 años de antigüedad, incluidos en la región de Elche. Sin embargo, fue durante la dominación islámica (siglos X–XII) cuando se desarrollaron los huertos datileros que conforman el Palmeral.
2. Del Palmeral a la Marca de Calidad
El Palmeral de Elche, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2000, alberga entre 200.000 y 300.000 palmeras, siendo el mayor palmeral de Europa . La phoenix dactylifera, datilera, es su principal especie y la que produce el famoso dátil fresquísimo, una fruta valorada por su dulzura y características nutritivas.
En 2020 se fundó la Asociación de Productores de Dátiles de Elche, que agrupa a los cultivadores locales con el objetivo de impulsar la investigación y profesionalización del sector y promover la Denominación de Origen. En mayo de 2023 llegó un paso crucial: la concesión de la Marca de Calidad Valenciana para el dátil ilicitano (válida también en otras poblaciones del entorno), lo que mejora su posicionamiento en el mercado.
Actualmente, la asociación está compuesta por seis productores, con una producción anual de entre 30.000 y 40.000 kg de dátiles, que ya se exportan a países como Inglaterra, Alemania, Francia y Grecia.
3. Por qué la Denominación de Origen es clave
El objetivo de los productores es lograr una Denominación de Origen Protegida (DOP), aunque algunos requisitos actuales (como volumen mínimo de hectáreas) lo hacen complicado. Aun así, la asociación trabaja en un estudio para identificar todas las variantes locales y ampliar la plantación de palmeras de calidad.
La normativa técnica define rigurosamente el fruto: debe medir entre 4 y 8 cm, tener forma oblonga y color entre amarillo dorado y rojo pardo, y cumplir criterios sanitarios, de cultivo y recolección sostenible. Solo los dátiles producidos en Elche, Crevillent y Santa Pola bajo estas condiciones podrán etiquetarse como Dátil de Elche Marca CV.
- Valor cultural y nutricional
Los dátiles son un símbolo vivo de la identidad ilicitana. Tienen un notable valor nutritivo por su contenido en minerales (potasio, magnesio), vitaminas y fibra. Su uso se mantiene vivo en la gastronomía y la tradición local, como en platos como el “dátil con tocino”, también llamado “delicia de Elche”.
- Una apuesta por el futuro sostenible
El reconocimiento del producto con Marca de Calidad ha permitido al colectivo acceder a ayudas públicas y campañas de promoción, y sigue incentivando nuevos productores a mantener el oficio y el cultivo tradicional.
La Asociación trabaja ya con el Ayuntamiento (mediante convenios por 30.000 € anuales) para campañas de difusión y visibilidad del producto, así como en el impulso del Instituto de la Palmera para fortalecer la investigación y la innovación en el cultivo professional y conservación del Palmeral.
- Conclusión y mirada al futuro
El dátil de Elche encarna una conexión entre paisaje, historia y trabajo tradicional. Su consolidación como Marca de Calidad y la aspiración a la Denominación de Origen Protegida representan un paso hacia su reconocimiento oficial, económico y cultural. Elche no solo conserva su Palmeral como legado patrimonial, sino que también impulsa un producto que puede dar un nuevo impulso agroalimentario, sostenible y simbólico a la ciudad.
Fotografías: OpenAi