OPINIÓN
Fernando M. García Tomé – Coordinador local de Esquerra Unida del País Valencià d’Elx
El estudio realizado recientemente por la Conselleria de Educación dirigido a las familias cuya pregunta básica ha sido con qué lengua desean que sus hijas e hijos estudien, ha dado como resultado que en todo el País Valenciano el 50,5% de las familias optaron por el valenciano, mientras que el 49,5% eligieron el castellano y, más concretamente, en el Baix Vinalopó, el 59,2% de las familias se decantaron por el castellano.
No obstante, más allá de la frialdad de las cifras y las estadísticas, cabe hacerse una reflexión: la foto fija de una situación, desde el punto de vista político, que ha de tener mirada larga, es algo que hay que considerar inamovible, justa, adecuada, algo que se debería mantener o cabe aplicar la política como herramienta de solución para las derivas históricas no deseables, haciendo planteamientos que a futuro enriquezcan a la sociedad y lleven a su justo término estas realidades viciadas por intereses ajenos a la verdad y justicia social y cultural.
Quiero comenzar por decir que la lengua, más que un medio de comunicación, es el espíritu de una cultura, el hilo temporal que nos conecta con raíces y tradiciones, un tesoro inmaterial que nos ofrece una perspectiva única del mundo, una forma de sentir y pensar que enriquece nuestra identidad colectiva. Sin embargo, a lo largo del tiempo, es un hecho comprobado que el valenciano ha sido relegado, cuando no silenciado, en nuestra región de manera sistemática en favor de una lengua políticamente dominante y privilegiada como es el castellano, provocando un desplazamiento del valenciano a ámbitos más rurales y supuestamente menos «formados» académica e intelectualmente, instalando en el imaginario colectivo la creencia de que se trataba de una lengua subalterna, secundaria y más propia del ámbito familiar e íntimo, ocultando premeditadamente su verdadero valor social y su aportación cultural al mundo.
Es preocupante observar cómo, aún hoy en día, la derecha y ultraderecha política del País Valencià han utilizado y siguen utilizando la cuestión lingüística como arma de batalla cultural, intentando continuamente y con diferentes estrategias como la reciente reforma educativa minimizar la presencia del valenciano en nuestras escuelas y espacios públicos, transformándola casi en una lengua extranjera como el inglés o francés que hay que «aprender» en lugar de motivar a los alumnos y alumnas a «sentir». Esta actitud de utilización de la lengua como una imposición curricular sin involucrar al alumnado en verla con sentimiento de identidad y pertenencia, no solo sigue poniendo en riesgo la supervivencia del valenciano, sino que también empobrece nuestra riqueza cultural y limita las oportunidades de nuestros jóvenes de acceder a una educación y una vida social verdaderamente plurilingüe.
El hecho de abocar nuevamente a la desaparición gradual del valenciano, además, no es solo un riesgo de pérdida paulatina de un vehículo de comunicación, sino también la erosión irresponsable de un patrimonio inmaterial que, asentado en un pasado histórico respetado y respetable, nos define y nos diferencia, nos hace singulares en un sentido positivo del término. Cuando una lengua se difumina y desvanece, se pierde una forma única de ver el mundo, una perspectiva que enriquece la diversidad humana.
Es un hecho probado que la convivencia de múltiples lenguas en una sociedad no solo es posible, sino también altamente enriquecedora. Suiza es un ejemplo brillante de ello, con sus cuatro lenguas oficiales: alemán, francés, italiano y romanche. Este plurilingüismo está protegido por la ley y promovido activamente, garantizando que todas las comunidades lingüísticas sean respetadas y valoradas. En el sistema educativo suizo, los niños aprenden en la lengua de su región y, además, se les enseña al menos otra lengua nacional, fomentando así el respeto y la comprensión entre las diferentes comunidades lingüísticas.
Como castellanohablante hijo de un andaluz y una extremeña, he abrazado con gran amor el valenciano y lo practico siempre que puedo y, en estos tiempos de reacción, lo uso no solo como un acto necesario de reivindicación política y de justicia histórica en favor de una lengua desfavorecida, sino como una oportunidad que se me ofrece, de forma única, para el conocimiento de tradiciones y expresiones culturales que enriquecen mi vida.
La educación es la llave única que sirve para abrir las puertas adecuadas. Es en las aulas y en el ámbito educativo donde nuestros niños y niñas aprenden a amar y respetar la cultura donde han nacido y la de los demás. Por ello, es esencial que nuestro sistema educativo ofrezca oportunidades reales para el aprendizaje y uso del valenciano, asegurando que todas las personas desde temprana edad puedan acceder a esta riqueza cultural y lingüística para así asimilarla de una forma natural.
Ni que decir tiene que nuestra postura y propuesta política en EUPV es radicalmente opuesta a la del gobierno del PPVox, pues pensamos que es incuestionablemente necesario dar la posibilidad, favorecer y crear espacios donde el valenciano viva y respire mucho más en nuestro día a día y en cualquier ámbito: en la administración pública, en las escuelas, en los medios de comunicación, en los espacios culturales, en el trabajo, en el ocio, etc. Solo así lograremos que el valenciano sea una lengua viva que, con toda naturalidad, esté presente en todos los rincones de nuestra sociedad.
El valenciano no es mi lengua de nacimiento, pero sí mi lengua de elección, la que deseo defender aquí, porque vivo y respiro aquí, porque quiero sentir que no estoy de paso, sino echar raíz, porque deseo dar el valor que merecen y rendir homenaje a esas mujeres y hombres que, a pesar de la imposición lingüística histórica, de la descarada e injusta uniformización franquista, de tantos años de gobiernos de la derecha que ven el valenciano solo como una peculiaridad, una anécdota, cuando no un lastre y un mal que hay que soportar, han sido capaces de mantener vivo y transportar el valenciano a nuestros días. El valenciano es la sangre que recorre las venas del territorio del País Valencià y que alimenta su cultura y su posición en el mundo.
En Esquerra Unida del País Valencià-Elx, reafirmamos nuestro compromiso con la defensa y promoción del valenciano y trabajaremos sin descanso para que la lengua propia del País Valencià ocupe el lugar que merece, con una postura fraternal y armónica con el castellano, contribuyendo así a la construcción de una sociedad más justa, inclusiva y orgullosa de su patrimonio cultural común.