La Algameca Chica es un singular poblado costero junto a la ciudad de Cartagena (Murcia) con más de dos siglos de historia. Surgió en el siglo XVIII como asentamiento espontáneo de pescadores y bañistas atraídos por la bahía creada al desviarse la rambla de Benipila durante las obras de fortificación de Carlos III. Un plano de 1778 ya documenta la primera “barraca” civil en la zona, y en el XIX el lugar creció con la llegada de mineros (hierro, cobre, yeso).
En la primera mitad del siglo XX la comunidad vivió una época de esplendor: sus vecinos fundaron una de las asociaciones vecinales más antiguas de España para pedir su legalización, celebraban fiestas populares con orquestas, fuegos artificiales e incluso un concurso de “Miss Algameca”. Sin embargo, con la Guerra Civil y el desarrollo turístico de otras áreas, el poblado entró en declive; aun así, ha perdurado «siempre al margen de la ley».
Historiadores subrayan que ha sobrevivido a todos los regímenes del siglo XX, alternando períodos de tolerancia y represión –en el franquismo hubo ocasiones en que militares arrastraron barracas con sogas en un intento de evacuarlo– pero sus vecinos, que han transmitido las viviendas de padres a hijos sin escrituras, insisten en que se lo han ganado tras más de dos siglos.
Estilo de vida actual y realidad urbana
La Algameca Chica destaca por sus barracas pintadas de colores vivos y decoradas con esmero, «que se asoman al mar» formando un paisaje único. Sus viviendas son construcciones sencillas de madera y tabla (muchas sobre pilotes en la orilla), sin ninguna infraestructura formal. No existe red eléctrica ni de agua potable: los vecinos se abastecen con generadores y llevan agua en garrafas desde un depósito común. En los últimos años han instalado paneles solares suficientes para iluminar el poblado incluso en las calles, y hasta conectividad Wi-Fi, transformando la carencia oficial en una suerte de «ecoaldea sostenible» objeto de estudio universitario.
El resultado es un ambiente singular de paz y aislamiento: al pasear entre las barracas –muchas con barca amarrada a la puerta– se tiene la sensación de «viajar cien años atrás en el tiempo», con un orden comunitario austero pero armónico. La población permanente ronda los 110 habitantes, pero la mayoría sólo ocupa sus casas en verano, pues el clima costero y el salitre desgastan las estructuras; sólo unas pocas familias resisten todo el año.
En definitiva, la Algameca Chica es un barrio informal: sin alumbrado público ni alcantarillas, con vías de arena entre barracas y tendederos de ropa en cada esquina, donde la comunidad ha improvisado soluciones (depósitos particulares de agua, letrinas con agua salada) para conservar su modo de vida frente a la carencia estatal.
Desafíos legales recientes
La precariedad legal de la Algameca Chica proviene de su emplazamiento en terrenos militares. Según las autoridades locales, el Ministerio de Defensa es el propietario oficial de esta costa, lo que impide otorgar licencias urbanísticas. En 2011 el Ayuntamiento de Cartagena dictó un decreto de desalojo y derribo de las barracas, ordenando su limpieza «por no cumplir las condiciones mínimas de seguridad, habitabilidad e higiene». Sólo en 2024 la Justicia autorizó al Consistorio a demoler cuatro viviendas concretas –aquellas ubicadas en una pendiente con riesgo de derrumbe– y notificó a sus moradores que debían abandonarlas. La ejecución de estas sentencias tropezó con imprevistos técnicos, como la aparición de amianto en las construcciones, lo que obligó a retrasar las obras.
En paralelo a las órdenes de derribo, la Fiscalía de Cartagena ha abierto diligencias penales por posibles infracciones urbanísticas tras denuncias de la Guardia Civil (SEPRONA) por obra ilegal en dominio público hidráulico. En 2023 la Audiencia Provincial de Murcia dividió en cuatro procedimientos distintos la investigación sobre construcciones irregulares en La Algameca Chica, derivada de informes del SEPRONA sobre edificaciones sin permiso y en zona protegida.
Los vecinos han reaccionado contra estas medidas. Presentaron recursos de apelación que culminaron en enero de 2025 con una suspensión cautelar del Tribunal Superior de Justicia de Murcia. El TSJ paralizó la entrada de la brigada de obras y el derribo de las casas hasta resolver los recursos, argumentando que la orden original (de 2011) llevaba casi 14 años sin ejecutarse y que aplazar unos días más las obras no perjudica el interés general. Los residentes celebraron la noticia con «euforia» y aseguran que la medida cautelar les da fuerzas para seguir luchando.
No obstante, admiten que la amenaza del derribo continúa: reclaman soluciones habitacionales alternativas y denuncian «numerosas deficiencias» en el proceso judicial.
Cronología de los hitos legales recientes:
2011: Decreto municipal de derribo y desalojo de las viviendas de La Algameca Chica. No se ejecutó entonces el plan de demolición.
2024 (noviembre): El Juzgado Contencioso-Administrativo de Cartagena obliga al Ayuntamiento a derribar cuatro casas por seguridad (viviendas en la ladera), notificando el desalojo a sus moradores. El hallazgo de amianto retrasa la licitación de las obras.
2025 (enero): El TSJ de Murcia suspende cautelarmente la demolición de esas viviendas, ante los recursos presentados por los vecinos. El tribunal justifica que, dado el retraso histórico, esperar unos días más no daña el interés público.
2023-2025: La Fiscalía y la Audiencia investigan penalmente obras irregulares en el poblado tras denuncias del SEPRONA, desglosando los casos en varios procedimientos.
En suma, la Algameca Chica continúa enfrentando una situación “alegal”: los vecinos no tienen escrituras ni licencias, aunque se reconocen sus posesiones tradicionales, y las administraciones no han acordado una solución urbana definitiva. El Ayuntamiento plantea declararla próximamente «zona cultural» para proteger las barracas, mientras Defensa advierte que sólo intervendrá para garantizar la seguridad (evitando cualquier uso turístico en el litoral militar). El resultado es una lucha de largo aliento entre los cartageneros asentados y las instituciones.
Valor cultural y actividades vecinales
A pesar de su precariedad legal, La Algameca Chica ha desarrollado un rico valor etnográfico y simbólico. Sus habitantes han hecho de la comunidad un referente de identidad local, impulsando tradiciones propias y reclamando su reconocimiento como patrimonio vivo. La asociación vecinal reunió miles de firmas (más de 9.000 según la prensa regional) para solicitar a la Comunidad Autónoma la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) de carácter etnográfico.
Diversos expertos respaldan esa pretensión: en una jornada divulgativa el historiador José Ibarra explicó que ya había viviendas en 1778 en el lugar, y el antropólogo Diego Fernández destacó que el poblado conserva «elementos identitarios únicos» y un «fuerte sentimiento de pertenencia», criterios que cumplen los requisitos legales para la declaración BIC. Como resumió el presidente vecinal José Manuel de Haro, «llevamos muchos años luchando para garantizar la continuidad del poblado y eso pasa por que sea declarado Bien de Interés Cultural… La declaración de BIC supondría conseguir la salvación definitiva de La Algameca Chica».
Además del BIC, los vecinos han creado actividades culturales para visibilizar su comunidad. En mayo de 2025 organizó la primera Cruz de Mayo en La Algameca Chica. Más de 300 personas (habitantes, vecinos de Cartagena e incluso visitantes de otros municipios) acudieron a la bendición de la cruz, el pregón flamenco de Juan Francisco Rebollo, concursos de sevillanas y una gran paella «algamequera» para festejar, la jornada, coorganizada por la asociación de vecinos y de mujeres (con apoyo municipal), fue calificada por los promotores como inolvidable; Mari Carmen García Bernabé (presidenta de la asociación de mujeres) dijo que muchos asistentes «compartieron con nosotros la identidad ‘algamequera’» y confiaba en convertir la cita en tradición.
El evento sirvió también para reforzar la reivindicación patrimonial: José M. de Haro explicó en el pregón que la celebración encarna la “identidad algamequera” y reiteró que la lucha sigue «hasta el final» por la protección legal del barrio. Por su parte, la cineasta murciana Blanca Pérez de Tudela ha dirigido un documental sobre La Algameca Chica, financiado mediante crowdfunding tras un primer rodaje en 2023. Ese proyecto ganó el premio al «mejor proyecto» en el mercado de cine Fikticia del Festival de Cine de Murcia (IBAFF), reflejando el interés artístico y etnográfico en el poblado. En conjunto, estas iniciativas comunitarias –fiestas populares, charlas, cine– han contribuido a difundir el valor cultural de La Algameca Chica como parte del patrimonio inmaterial de Cartagena.
Posibles escenarios de futuro
El destino de La Algameca Chica está abierto a dos visiones contrapuestas. Por un lado, los vecinos y los expertos abogan por su conservación patrimonial. La declaración como BIC permitiría tramitar fondos para rehabilitar las barracas como reclamos turísticos y etnográficos, manteniendo el poblado como enclave histórico vivo. En este escenario, se buscaría un plan de restauración suave (quizá mediante la reforma de las viviendas más amenazadas) sin cambiar su carácter comunitario, e incorporar a la Algameca en rutas culturales de Cartagena. El propio ayuntamiento contempla calificar la zona como “cultural” para facilitar su protección y restauración, lo que daría esperanza a los residentes de que al menos un sector del casco antiguo se rehabilite.
Por otro lado, persisten los temores de desaparición forzada. Si las administraciones (especialmente Defensa o Costas) deciden finalmente ejecutar las demoliciones aprobadas, el poblado podría vaciarse. En ese caso se estudiaría la reubicación de las familias en barriadas o viviendas sociales fuera de la costa, y La Algameca Chica dejaría de existir como asentamiento. Los vecinos alertan que, sin amparo legal ni acuerdo, cada nueva orden denegada o trámite dilatado puede acercar ese desenlace fatal: «Si no consiguen el BIC, no sé qué va a pasar con nosotros…», admiten con preocupación. El presidente vecinal apunta que sólo la protección oficial puede asegurar su continuidad: «Tras dos siglos, el poblado se lo ha ganado».
En resumen, el futuro de La Algameca Chica pende entre la esperanza de convertirse en patrimonio etnográfico protegido y la presión institucional de dejar atrás un «asentamiento en la costa» no reconocido. Lo que ocurra en los próximos meses –si prospera la declaración de BIC o se activan definitivamente los planes de derribo– determinará si este enclave histórico-costero se salva o se diluye en la línea de costa.
Raúl Velarde
Fotografías: OpenAi