Las Tablas de Daimiel despiertan al amanecer como un espejo móvil de cielos manchegos: láminas de agua rodeadas de carrizales emergen entre brumas sobre la planicie amarilla. Sin embargo, hoy ese remanso bucólico oculta una realidad alarmante. Solo unos litros son “el único sonido del agua” que se escucha en este parque. A mediados de 2023 apenas 124 hectáreas quedaban inundadas de las 1.750 posibles (≈7%). Esta agonía hídrica pone en juego la supervivencia de un ecosistema de importancia internacional.
Breve historia cinegética y salto a Parque Nacional
Las Tablas de Daimiel han sido históricamente un santuario para la caza. Ya en 1325 el Infante D. Juan Manuel las describe en el Libro de la caza como un coto natural en manos de la Orden de Calatrava. En el siglo XIX pasaron a la fama cinegética: el general Prim cazó por estas marismas en 1870 y Alfonso XII lo hizo en 1875. Sin embargo, el crecimiento de la agricultura transformó el paisaje. En 1956 se proyectó la desecación de 30.000 ha de las cuencas del Guadiana, Cigüela y Záncara; poco después, en 1959 se prohibió la caza y en 1966 la zona fue declarada Reserva Nacional de Caza, buscando proteger la fauna. El punto de inflexión llegó el 28 de junio de 1973, cuando el BOE decretó la creación oficial del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel. Se estableció además una Reserva Integral para las aves acuáticas más vulnerables. En apenas siete años desde aquella decisión se amplió su perímetro y en la década de 1980 recibió nuevos reconocimientos: Reserva de la Biosfera de la Mancha Húmeda (1981) y humedal Ramsar (1982).
Un ecosistema único de llanura manchega
Las Tablas constituyen uno de los últimos ejemplos de tablas fluviales interiores: las inundaciones estacionales que se producen cuando el Guadiana y su afluente Cigüela desbordan, en tierras muy llanas y de escaso drenaje. El humedal nace del encuentro sobre llano de aguas superficiales (de escorrentía y ríos) y subterráneas, y forma balsas, ojos y palustres que se expanden en invierno y se reducen en verano. Sobre este suelo vegetal palustre se asienta un bosque acuático raro en La Mancha: solo unos pocos tarayes (Tamarix) emergen como únicos árboles, mientras el resto del “sustrato” está compuesto por helechos, lentejas de agua y juncos sumergidos. La biodiversidad de Las Tablas es sobresaliente. Se han documentado en su mosaico húmedo unas 2.000 especies distintas. Entre la flora destacan los carrizos y eneas que forman extensos cañizales, y plantas acuáticas como lenteja y verdín, que cubren el fondo fangoso. La fauna acuática es extraordinaria: las aves acuáticas pueblan el cielo y las aguas durante el año. Figuran especies tan singulares como el somormujo lavanco y el zampullín cuellinegro (especializados en aguas poco profundas). También vuelan zampullines comunes, garzas reales y garcillas bueyeras, martinetes y centenares de patos (anátidas) de la península. En primavera y otoño llegan aves migratorias (flamencos, caudales) que hacen de Las Tablas un punto clave de parada.
La avifauna es la joya del parque. Los observatorios construidos en la «Laguna Permanente» permiten contemplar de cerca ánades reales y silbones , moritos, avetoros y especies amenazadas como la cerceta pardilla. Durante la primavera la explosión de vida acuatica es tal que miles de pollos de ánsares y garcillas emprenden vuelo entre el azulido reflejo de las aguas (tal como reflejan las cifras de visitas, que crecen en esa estación). Las Tablas sirven de refugio a más de 200 especies de aves, un motivo que atrae a ornitólogos de toda España.
La vida terrestre también es abundante. En los bordeos del humedal aparecen zorro rojo, jabalíes, conejos y otros mamíferos adaptados a los arbustales y pastizales ribereños. Por ejemplo, el simpático zorro busca alimento entre carrizos y tarayes. Asimismo, habitan la zona anfibios (ranas y sapos manchegos) y reptiles acuáticos. Toda esta fauna silvestre depende de la continuidad del agua: su descenso dramático reduce hábitats y presas, agravando el desequilibrio ambiental.
Amenazas ambientales y puntos críticos
A pesar de las figuras de protección, Las Tablas afrontan graves amenazas. El problema principal es la sobreexplotación de los acuíferos que la alimentan. Desde los años 1980 la introducción masiva de regadíos hizo crecer la superficie cultivada regada en la cuenca del Guadiana desde unas 20.000 ha hasta más de 200.000 ha a comienzos del siglo XXI. Se perforaron entonces miles de pozos (muchos sin licencia) que bombeaban más agua de la que la naturaleza repone. Este desajuste alteró el régimen hídrico endorreico de Las Tablas: el acuífero 23 (que las alimenta) quedó provisionalmente sobreexplotado en 1987 y de modo definitivo en 1994. El déficit hídrico se agravó con la sequía prolongada de principios de siglo. En 2007-2009 la situación alcanzó niveles críticos. En julio de 2009 la Comisión Europea abrió expediente a España por el mal estado de Las Tablas (relacionado con la directiva Hábitat). Al mismo tiempo la UNESCO advirtió de que podría retirarse la declaración de Reserva de la Biosfera de La Mancha Húmeda si no se revertía la degradación. La capa de turba del humedal (vital para retener agua) quedó al descubierto por la sequía: en verano de 2009 comenzaron incendios subterráneos en esos depósitos orgánicos secos. Era un fuego lento, casi inextinguible, que emanaba vapores tóxicos y destruía el suelo impermeable. Solo las lluvias torrenciales de enero de 2010, sin precedentes desde 1996, lograron apagar las brasas naturales. Otros factores amenazantes incluyen los incendios agrícolas colindantes que encienden las turbas, la contaminación por nutrientes de la agricultura, o el cultivo indebido de viñedos tras su desregulación, llamado «efecto llamada», que intensificó la extracción. En resumen, décadas de gestión de agua insostenible, unidas al cambio climático, han llevado a Las Tablas al borde de la desaparición ecológica.
Recuperación y medidas adoptadas
Ante el colapso, las administraciones reaccionaron con un plan de choque. En agosto de 2009 se autorizó un trasvase de urgencia desde el río Tajo hacia el Guadiana, diseñado para aportar 23 hm³ al humedal. (Un primer intento en abril había fracasado por filtraciones en el cauce seco). Al poco tiempo llegaron las lluvias de otoño-invierno de 2009/2010: de forma sincronizada llenaron el parque de punta a punta, restituyendo el manto acuático y dejando sin efecto la sequía. Gracias a ello se sofocaron de forma natural los focos de fuego en las turbas. Desde entonces las condiciones hídricas se recuperaron notablemente. El nivel freático subió más de 20 metros con respecto a 2009. Además, el Gobierno implantó un estricto control de bombeos: se censaron pozos, se limitó legalmente las extracciones (especialmente en la cuenca del Alto Guadiana) y se aprobó el Plan de Recuperación del Alto Guadiana, que incluye la monitorización de aportes y la erradicación de pozos ilegales. También se emprendió la compra de fincas en torno al parque para adquirir sus derechos de riego y retirarlos de circulación. En total, decenas de propietarios vendieron parcelas a la Administración para reducir la presión sobre el acuífero. Estas medidas, junto con la finalización de regadíos deficitarios en la zona, han permitido un lento alivio de la crisis hídrica durante los últimos años.
Situación actual (2023–2024): nueva crisis hídrica
A pesar de las acciones previas, la situación del parque volvió a ponerse en alerta en los últimos años. La falta de lluvias persistente a finales de 2022 y todo 2023 agotó las reservas: en diciembre de 2023 solo se contaban 62 hectáreas inundadas en Las Tablas (≈3,5% de su área máxima). Ante el riesgo de incendios de turba, a finales de diciembre se activó un sistema de pozos de emergencia para inyectar agua subterránea hacia el humedal, con un cupo de hasta 10 hm³ anuales. Las lluvias pasajeras de primavera de 2024 y el río Cigüela brindaron algo de alivio. A principios de abril de 2024 las imágenes satélite mostraban unas 623 hectáreas inundadas (≈36% de su superficie), cifra notablemente superior a la de invierno. Sin embargo, este repunte sigue siendo insuficiente: según el Plan Rector, Las Tablas debería tener al menos 1.400 ha inundadas en primavera para mantener la funcionalidad ecológica. Con menos del 40% de superficie encharcada y un sistema hídrico aún endeble, las perspectivas son preocupantes. Los técnicos advierten que, sin precipitaciones regulares y sin reducción drástica del riego agrícola, el parque vuelve a entrar en zona roja. Esta situación crítica sirve como recordatorio de que cada primavera de Las Tablas es un triunfo provisional que puede revertirse con la siguiente sequía severa.
Itinerarios y senderos recomendados
Quien visite Las Tablas dispone de varias rutas interpretativas. Desde el Centro de Visitantes (entrada principal) parten tres senderos señalizados:
Isla del Pan: Itinerario circular de baja dificultad (≈2,5 km), que rodea varias islas en la orilla oriental del humedal. Permite observar bandos de aves y junqueras desde múltiples miradores sencillos.
Laguna Permanente: Sendero que conduce a una laguna casi constante en el sur del parque. Dispone de observatorios fijos donde se avistan patos y garzas casi todo el año.
Torre de Prado Ancho: Recorrido lineal que bordea las Tablas centrales, con cuatro observatorios faunísticos a lo largo de sus 4–5 km. Desde estos puestos elevados se vislumbran flamencos en verano y ánades invernantes.
Además de los itinerarios a pie, existen excursiones guiadas. Empresas autorizadas de ecoturismo ofrecen visitas en 4×4 por zonas restringidas. Por ejemplo, la agencia Caminos del Guadiana organiza recorridos tanto parciales (Isla del Pan, Laguna Permanente, Torre Prado Ancho) como rutas completas en todoterreno que llegan hasta los Ojos del Guadiana y Calatrava la Vieja. En cualquier caso, se insiste a los visitantes en la importancia de no salirse de los caminos señalizados para proteger la frágil vegetación palustre y las zonas de anidación de aves.
Valor turístico, cultural y conexión regional
Las Tablas de Daimiel son un imán para el ecoturismo manchego. En la última década su popularidad creció especialmente tras la pandemia: en 2024 el parque nacional recibió 153.541 turistas (un 41,5% más que en 2023). Los picos de visita se concentran en primavera (abril-mayo), cuando la afluencia coincide con la eclosión de aves reproductoras. El humedal recibió algo más de 100.000 visitantes anuales entre 2021 y 2023, cifras que solo se habían visto superadas durante la recuperación ecológica de 2010. El Centro de Visitantes de Las Tablas (en Daimiel) complementa la visita de campo. En él hay una exposición permanente –“Las Tablas, una exposición para conocerlas”– distribuida en seis salas. Allí se explica la geología del paisaje, la biología de la zona palustre y los problemas ambientales que afronta el parque. El centro dispone de audiovisuales y material didáctico, por lo que es muy visitado por colegios y familias. El entorno cultural es también rico. El visitante puede combinar su excursión al humedal con un recorrido cervantino: la ciudad de Daimiel conserva un Parque Cultural del Quijote, con reproducciones de escenas de la obra de Cervantes, y festivales literarios en su plaza mayor. A pocos kilómetros, Almagro seduce con su ambiente manchego: la Plaza Mayor porticada y, sobre todo, el mundialmente famoso Corral de Comedias (siglo XVII) ofrecen un contrapunto arquitectónico y cultural a la naturaleza. Ambos municipios forman parte de la ruta literaria del Quijote por La Mancha –no en vano Las Tablas aparecen como un “tesoro natural” recomendado en algunos itinerarios cervantinos–, lo que realza su valor turístico combinado. En primavera se pueden saborear también fiestas tradicionales manchegas, y en los alrededores abundan queserías y bodegas de vino de La Mancha, que completan la experiencia de viaje.
Conclusión: la urgencia de salvar Las Tablas
Las cifras de 2023 dejan un mensaje claro: el reloj corre en contra de Las Tablas. La prensa nacional destacó que, de las 1.750 hectáreas de humedal, solo quedaban unas 124 hectáreas con agua en plena primavera de 2023. Esa imagen de un páramo casi seco, más propio del verano que de marzo, alarma a científicos y ciudadanía. El parque exige medidas permanentes: protección real de sus acuíferos y contención de la agricultura intensiva en la Mancha. Sólo así podrá recuperarse. Mantener este enclave es deber de todos. Las Tablas de Daimiel son un patrimonio ambiental único de España, pero también un legado para nuestros hijos. Si dejamos que el humedal muera, se perderá un fragmento irremplazable de naturaleza y cultura manchega. Como escribieron los ecologistas, es tiempo de “saltarse el estrés de la oficina y volver los ojos al cielo reflejado en agua” mientras aún podamos. Salvemos hoy las Tablas para que las generaciones futuras puedan seguir escuchando el susurro del agua entre cañas, testigo vivo de nuestra tierra.
Crónica y fotos.: Paco Ciclón / AFPRESS
Fuentes: Información obtenida de informes oficiales y artículos especializados (OAPN, Greenpeace, datadista, prensa nacional) que documentan la historia, valores y estado del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel.