El veterano espacio Espejo Público, que cada mañana emite Antena 3 bajo la dirección de Susanna Griso, vuelve a situarse en el punto de mira por su tratamiento partidista de la actualidad política. Aunque el programa se presenta como un formato informativo, la percepción generalizada entre buena parte de la audiencia y de los analistas es clara: Espejo Público no es imparcial y refleja una tendencia constante hacia posiciones conservadoras.
Los telespectadores habituales reconocen el peso que tienen en el programa tertulianos afines a la derecha, entre ellos nombres como Francisco Marhuenda o Carlos Segovia, cuyas intervenciones marcan el tono de los debates. Esta predominancia de voces cercanas al Partido Popular o a su entorno ideológico alimenta la sensación de que el programa se ha convertido en una plataforma de opinión más que en un espacio informativo equilibrado.
Además, el enfoque de muchos temas controvertidos —como las investigaciones judiciales al Gobierno central o los conflictos internos de la izquierda— suele presentarse desde una óptica más crítica con los partidos progresistas. En contraste, las polémicas que afectan al PP o a sus aliados reciben un tratamiento más moderado, lo que refuerza la percepción de sesgo.
El grupo Atresmedia, propietario de Antena 3, defiende su pluralidad recordando que su otra gran cadena, La Sexta, tiene una orientación más progresista. Sin embargo, esta “compensación interna” no convence a los espectadores que reclaman neutralidad en cada espacio y no un equilibrio global entre canales.
“Espejo Público” sigue siendo un referente de las mañanas televisivas, pero su credibilidad informativa está en entredicho. Cada vez más espectadores piden tertulias con voces diversas y un periodismo menos alineado, especialmente en un momento en que los medios de comunicación influyen decisivamente en la opinión pública.
Raúl Velarde


